
En los últimos años, la relación entre la Unión Europea y Apple se ha convertido en una especie de pulso constante sobre cómo deben funcionar los grandes servicios digitales dentro del mercado europeo. Tras los cambios impuestos a iOS, la App Store o Safari, el foco regulatorio se desplaza ahora hacia dos herramientas menos visibles para el gran público, pero muy relevantes en el ecosistema de la compañía: Apple Maps y Apple Ads.
Bruselas ha iniciado un examen formal para determinar si estas dos plataformas deben considerarse servicios gatekeeper en el marco de la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). La decisión puede obligar a Apple a introducir nuevas modificaciones en su funcionamiento en Europa, en un contexto en el que la compañía ya ha tenido que asumir cambios de calado en España y el resto de la UE para adaptarse a la normativa.
Los continuos rifirrafes entre la Unión Europea y la firma de Cupertino se han hecho especialmente visibles en España, donde han sido muy comentadas las decisiones derivadas de la Ley de Mercados Digitales. Esta norma ha forzado, entre otras cosas, la apertura de iOS a tiendas de aplicaciones alternativas y un mayor margen de maniobra para los desarrolladores a la hora de distribuir apps o gestionar pagos.
Ahora, el foco regulatorio no se queda solo en el sistema operativo o la tienda de apps: Europa ha decidido poner también bajo la lupa Apple Maps y Apple Ads, la app de navegación y la plataforma de publicidad online de la compañía. Se trata de un nuevo capítulo en una supervisión que, lejos de cerrarse, parece ampliarse a casi todas las piezas clave del ecosistema Apple.
No hace falta ser usuario de iPhone para percibir el peso que Apple tiene en la economía digital. Sus servicios actúan como puerta de entrada a aplicaciones, sistemas de pago, contenidos audiovisuales, navegación o publicidad. Esa posición, que para muchos consumidores supone comodidad y coherencia entre dispositivos, para los reguladores representa una concentración de poder que es necesario vigilar con especial atención.
Qué está examinando Bruselas exactamente
La Comisión Europea ha confirmado que Apple ha presentado una notificación oficial reconociendo que sus servicios Apple Maps y Apple Ads alcanzan los umbrales establecidos por la Ley de Mercados Digitales. Esta notificación no equivale a una condena automática, pero sí obliga a la institución comunitaria a abrir un proceso de evaluación para decidir si ambos deben entrar en la lista de servicios sometidos a obligaciones reforzadas.
De acuerdo con la propia Comisión, desde la fecha de notificación se abre un plazo de 45 días hábiles para analizar en detalle si Apple Maps y Apple Ads deben designarse como gatekeepers. Si el resultado del examen es afirmativo, Apple dispondrá de seis meses para introducir las adaptaciones necesarias y cumplir con los requisitos específicos que impone la DMA a este tipo de servicios.
La normativa fija una serie de criterios cuantitativos para determinar si un servicio digital tiene un papel de “guardián de acceso” entre empresas y usuarios finales. Entre ellos destacan el volumen de usuarios finales activos mensuales, el número de empresas que utilizan la plataforma y la magnitud económica de la compañía matriz, ya sea por capitalización bursátil o por facturación en la Unión Europea.
En números, la Comisión utiliza como referencia los servicios que alcancen al menos 45 millones de usuarios finales activos al mes en la UE y 10.000 usuarios empresariales al año en cada uno de los tres últimos ejercicios financieros. También se requiere que la empresa tenga una capitalización bursátil igual o superior a 75.000 millones de euros o una facturación anual de al menos 7.500 millones dentro del Espacio Económico Europeo.
La propia Apple ha admitido que, con los datos actuales, tanto Maps como Ads cumplen estos umbrales cuantitativos. Esa admisión es lo que dispara el procedimiento formal: una vez superados los límites fijados por la ley, la compañía está obligada a informar de forma proactiva a la Comisión, que debe decidir si el servicio encaja, además, en la función de intermediación que la norma quiere supervisar.
Qué significa ser gatekeeper según la Ley de Mercados Digitales
La DMA identifica como “servicios de plataforma centrales” a aquellos que operan como puerta de entrada entre empresas y consumidores y que tienen un impacto significativo en el mercado interior europeo. En este grupo entran, por ejemplo, motores de búsqueda, redes sociales, servicios de mensajería, sistemas operativos, navegadores, tiendas de aplicaciones y determinados servicios de publicidad online.
Una vez que la Comisión designa un servicio como gatekeeper, se activan una serie de obligaciones y prohibiciones destinadas a abrir el ecosistema digital. Entre otras, la plataforma debe permitir una mayor interoperabilidad con servicios de terceros, evitar privilegiar sus propios productos frente a los de la competencia y garantizar a usuarios y empresas un acceso más justo y transparente a datos y herramientas.
En la práctica, esto se traduce en medidas concretas. En el caso de un sistema de mapas, podría implicar facilitar que los usuarios cambien fácilmente a otro proveedor dentro de iOS o CarPlay, o que servicios de terceros puedan integrarse en igualdad de condiciones en las funciones de navegación o geolocalización. En el terreno de la publicidad, el gatekeeper estaría obligado a ofrecer a anunciantes y desarrolladores más opciones para gestionar campañas, medir resultados y combinar datos sin depender exclusivamente de la infraestructura de la propia compañía.
La filosofía de la norma es que ninguna gran plataforma pueda utilizar su posición para cerrar el paso a competidores o imponer condiciones abusivas a las empresas que dependen de ella para llegar a sus clientes. Por eso, la Comisión no solo mira los números, sino también el papel que cada servicio desempeña en la cadena de valor digital.
En el caso de Apple, la designación previa de iOS, la App Store o Safari como servicios sometidos a la DMA ya ha desembocado en cambios relevantes, especialmente visibles en el mercado europeo. Entre ellos destacan la apertura a tiendas de aplicaciones alternativas, el acceso ampliado a funciones clave como el chip NFC para pagos móviles o nuevas posibilidades para que los desarrolladores gestionen suscripciones y métodos de pago fuera del ecosistema más cerrado que Apple venía defendiendo.
La posición de Apple: umbrales sí, gatekeeper no
Apple no ha tardado en fijar posición frente a este nuevo frente regulatorio. Por un lado, reconoce que Apple Maps y Apple Ads se sitúan ya por encima de los umbrales cuantitativos fijados por la ley; por otro, defiende que eso no basta para considerarlos gatekeepers en el sentido que pretende la DMA. La compañía sostiene que ninguna de las dos plataformas ejerce la función de intermediación crítica que quiere cubrir la norma.
En el caso de Apple Maps, la firma argumenta que su uso en la Unión Europea está muy por detrás de alternativas como Google Maps o Waze, tanto en cuota de mercado como en nivel de influencia sobre los hábitos de los usuarios. Asegura, además, que su servicio de mapas no presta ciertas funcionalidades de intermediación que la DMA considera especialmente sensibles, como aquellas que conectan de forma directa y dominante a empresas con consumidores.
Según la versión de Apple, las características de Apple Maps en Europa no lo convierten en una puerta de enlace imprescindible entre comercios, servicios locales o anunciantes y los usuarios finales. En otras palabras, la compañía intenta demostrar que, aunque el servicio tenga una base de usuarios notable, no es el canal dominante a través del cual se articula el acceso al mercado en ámbitos como la movilidad, el turismo o los servicios de proximidad.
La postura respecto a Apple Ads sigue una línea similar. La empresa sostiene que su red de publicidad online no es un actor principal en el mercado europeo, especialmente si se compara con gigantes como Google, Meta, Microsoft, TikTok o X. A ojos de Apple, su sistema de anuncios es relativamente modesto en términos de volumen, alcance y capacidad de influir en las decisiones de anunciantes y creadores.
Los californianos han llegado incluso a solicitar exenciones para ambos servicios, alegando que, más allá de cumplir los umbrales numéricos, no reúnen el tipo de poder de intermediación prolongado que la Ley de Mercados Digitales pretende vigilar. El mensaje de fondo es claro: Apple admite el tamaño, pero minimiza la relevancia competitiva real de Maps y Ads dentro del ecosistema europeo.
Al mismo tiempo, la compañía insiste en que tanto Apple Maps como Apple Ads, en su configuración actual, ya son compatibles con las exigencias de la DMA y que no sería necesario aplicarles un régimen adicional de obligaciones. Según este planteamiento, aunque Bruselas decidiera declararlos gatekeepers, los cambios a introducir serían, en el mejor de los casos, limitados.
Precedentes: los cambios que Apple ya ha tenido que asumir en Europa
Este nuevo examen de Bruselas no parte de cero. Apple lleva tiempo adaptando su ecosistema en la Unión Europea tras su designación inicial como gatekeeper para varios servicios clave. Uno de los cambios más sonados ha sido la obligación de permitir tiendas de aplicaciones alternativas en iOS dentro del territorio comunitario, rompiendo con un modelo de distribución casi completamente centralizado en la App Store.
En paralelo, la compañía se ha visto forzada a introducir ajustes en campos como los servicios de pago, el uso del chip NFC o la elección del navegador por defecto. El caso de Safari ha estado en el punto de mira por las acusaciones de que Apple favorecía su propio navegador frente a alternativas como Chrome o Firefox, mientras que Apple Pay ha lidiado con objeciones relativas al cierre del sistema frente a competidores de pago móvil.
Otros productos y servicios de la marca, como Apple Music o el propio Apple Pay, también han pasado por investigaciones y procesos sancionadores. Uno de los episodios más mediáticos fue la multa millonaria derivada del conflicto con Spotify, en la que la Comisión concluyó que Apple imponía condiciones que perjudicaban a la competencia en el mercado de la música en streaming.
Más allá de la DMA, la Unión Europea ha impulsado otras normas que han obligado a Apple a modificar dispositivos y servicios. Un ejemplo reciente es la adopción obligatoria del conector USB-C en buena parte de sus productos, una medida pensada para reducir residuos electrónicos y facilitar la vida al usuario, pero que ha tenido un impacto directo sobre el diseño y la estrategia comercial de la compañía.
En conjunto, estos antecedentes reflejan un contexto en el que Bruselas mantiene una vigilancia continua sobre la forma en que Apple estructura su ecosistema. La posible inclusión de Maps y Ads en la lista de servicios gatekeeper se percibe, así, como la extensión lógica de un proceso regulatorio más amplio, que ya está transformando la manera en que los usuarios europeos interactúan con la tecnología de la compañía.
Cómo podría afectar a Apple Maps y Apple Ads una designación como gatekeepers
Si la Comisión Europea concluye que Apple Maps y Apple Ads deben ser designados como servicios gatekeeper, se abrirá un periodo de seis meses para que Apple adapte estas plataformas a las obligaciones que marca la DMA. Aunque todavía no hay una lista cerrada de cambios concretos, sí pueden anticiparse algunas líneas generales a partir de lo visto con otros servicios.
En el caso de Apple Maps, una posible consecuencia sería reforzar la interoperabilidad con aplicaciones y servicios de terceros. Esto podría traducirse, por ejemplo, en que los desarrolladores de apps de movilidad, turismo o comercio local tengan un acceso más amplio a las funciones de mapas, o en que los usuarios puedan elegir con mayor facilidad qué proveedor de mapas utilizar como predeterminado en iOS o CarPlay.
También se podría exigir a Apple que evite cualquier tipo de preferencia sistemática hacia sus propios servicios de mapas frente a competidores cuando un usuario realiza búsquedas o utiliza otras apps del ecosistema. El objetivo sería garantizar que la selección de servicios de navegación y localización se haga en condiciones verdaderamente competitivas.
Para Apple Ads, las obligaciones pueden orientarse a ofrecer a los anunciantes y desarrolladores mayores opciones para gestionar y analizar sus campañas sin depender en exclusiva de las herramientas internas de Apple. Esto incluiría facilitar el acceso a determinados datos, permitir la combinación con otras plataformas de medición y asegurar que la empresa no aprovecha información privilegiada para favorecer sus propios negocios frente a los de terceros.
Uno de los debates recurrentes gira en torno al equilibrio entre estas exigencias y la protección de la privacidad, un terreno en el que Apple suele presentarse como actor especialmente cuidadoso. La compañía ha advertido en repetidas ocasiones de que algunas obligaciones de la DMA podrían, a su juicio, comprometer la seguridad o la experiencia de usuario, si se ve obligada a abrir más sus sistemas a integraciones externas o a compartir determinados datos.
Desde la visión de Bruselas, sin embargo, la prioridad es evitar que las grandes plataformas, precisamente por su tamaño y su papel central, puedan condicionar en exceso las reglas del juego en los mercados digitales. El examen a Maps y Ads se enmarca en ese esfuerzo por construir un entorno más plural, en el que consumidores y empresas tengan más margen para elegir con quién quieren interactuar y en qué condiciones.
Lo que se dirime, por tanto, no es solo el futuro de dos servicios concretos, sino el alcance real que la Ley de Mercados Digitales tendrá sobre la arquitectura global del ecosistema Apple en Europa. De confirmarse la designación, el número de piezas sometidas a supervisión especial seguiría creciendo y obligaría a la compañía a reconsiderar de forma más amplia cómo encaja su modelo de negocio en el marco regulatorio comunitario.
Con el plazo de 45 días hábiles en marcha, la atención vuelve a situarse en los pasillos de la Comisión Europea y en la capacidad de Apple para convencer a los reguladores de que Maps y Ads no desempeñan el rol de puerta de acceso dominante que define a un gatekeeper. Sea cual sea el desenlace, todo apunta a que la relación entre la empresa y Bruselas seguirá marcada por un equilibrio delicado entre control regulatorio e innovación tecnológica, con implicaciones directas para usuarios y empresas en España y el resto de la Unión.
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