
El ciclo de vida de las tarjetas gráficas también se agota, y ha llegado la hora de que Nvidia pase página con tres de sus arquitecturas más populares. La compañía ha confirmado el fin del soporte activo para Maxwell, Pascal y Volta, lo que afecta a millones de equipos de sobremesa y portátiles que siguen utilizando estas GPUs en Europa y el resto del mundo.
Con este movimiento, las míticas GeForce GTX 900 y GTX 10, varias gráficas para portátil de la serie GeForce MX basadas en Pascal y modelos entusiastas como GeForce GTX Titan y Titan V dejan de recibir controladores optimizados para juegos nuevos. Seguirán funcionando, pero su soporte se limita a actualizaciones de seguridad puntuales y ya no se beneficiarán de mejoras de rendimiento ni de ajustes específicos para los últimos lanzamientos.
Qué implica que Nvidia retire el soporte a Maxwell, Pascal y Volta
La decisión de Nvidia se materializa con la llegada de la familia de controladores R590, que marca un antes y un después para las arquitecturas Maxwell (GTX 900), Pascal (GTX 10) y Volta. Hasta ahora, la rama R580 se consideraba la última en ofrecer soporte completo, y en Windows el driver 581.80 se ha convertido en la referencia final para muchos usuarios.
En la práctica, esto significa que desaparecen los drivers Game Ready para estas GPUs. Es decir, ya no habrá nuevas versiones de controladores pensadas para exprimir los juegos que vayan saliendo ni para añadir funciones avanzadas a estas gráficas veteranas. Las tarjetas seguirán arrancando el sistema y ejecutando aplicaciones, pero el nivel de mimo y optimización que recibían hasta ahora se detiene en seco.
Además, varios usuarios han comprobado ya en sus propios equipos que, con los nuevos controladores, las GTX 900 y buena parte de las GTX 10 dejan directamente de ser reconocidas, especialmente en Linux. Aunque parte de la documentación oficial de Nvidia aún menciona compatibilidad heredada, la realidad es que estas arquitecturas han pasado al apartado de «deprecated» en la práctica.
Junto a Maxwell y Pascal también se ve afectada Volta, una arquitectura más minoritaria en el mercado de consumo pero presente en la Titan V y en algunas soluciones profesionales. El impacto es menor en número de usuarios, pero confirma que Nvidia quiere concentrar sus esfuerzos en Turing, Ampere y Ada Lovelace.
Linux da el primer paso: el driver 590 deja fuera a las GTX 900 y 10
El primer golpe se ha sentido en el ecosistema de Linux. Nvidia ha publicado los controladores 590.44.01 para este sistema, y en esta versión se ha hecho visible el corte de compatibilidad con las GPUs Maxwell y Pascal. Diversos usuarios en foros y comunidades técnicas han señalado que sus gráficas de las series GTX 900 y GTX 10 ya no se detectan correctamente con estos drivers.
Lo llamativo es que, en algunos casos, la documentación de la propia Nvidia todavía incluye referencias a soporte heredado para estas tarjetas. Sin embargo, en la práctica, modelos como la GTX 1050 Ti o varias GTX 1060 dejan de funcionar como es debido con el nuevo controlador 590 para Linux, una señal inequívoca de que estas GPU han quedado fuera del radar de las actualizaciones Game Ready.
Este desfase entre las notas oficiales y la experiencia real de los usuarios deja claro que el proceso de retirada se está haciendo de forma progresiva, empezando por el sistema del pingüino. Es una situación que no es nueva: históricamente, las ramas de controladores de Linux y Windows no siempre han avanzado de manera sincronizada.
Para quienes utilizan Linux en equipos de escritorio o estaciones de trabajo con una GTX 970, GTX 980, GTX 1060, GTX 1070 o GTX 1080, la consecuencia es clara: no habrá más optimizaciones oficiales ni ajustes específicos para títulos recientes, emuladores o herramientas de creación de contenido que se beneficien de los últimos perfiles de driver.
El panorama en Windows: último driver completo y calendario incierto
En el caso de Windows, el cierre del soporte también está en marcha, aunque con un calendario algo más difuso. Nvidia ya indicó que octubre de 2025 sería el último mes con actualizaciones Game Ready para las series GTX 900 y GTX 10, aunque terminó extendiendo el margen hasta finales de noviembre con el controlador 581.80. Este driver ha quedado señalado como el último paquete completo para estas arquitecturas en el sistema operativo de Microsoft.
A partir de ahí, se espera que la llegada de la rama 590 para Windows reproduzca lo que ya está ocurriendo en Linux: desaparecerá la compatibilidad Game Ready y se limitará el soporte a correcciones de seguridad. Nvidia todavía no ha publicado la versión equivalente para Windows, de modo que sigue habiendo cierta incertidumbre sobre si llegará un último controlador intermedio o se dará el salto directamente a la nueva rama.
Esta situación afecta especialmente a quienes en España y Europa dependen de herramientas automáticas de actualización de drivers, como las integradas en algunos fabricantes de portátiles o suites de mantenimiento. Es probable que, en cuanto se publique el driver 590 para Windows, estas utilidades dejen de ofrecer nuevas versiones para las GTX 900 y 10 más allá de los parches críticos.
La lectura de fondo es que Nvidia está reordenando su catálogo de forma clara: los recursos de desarrollo se centran en las arquitecturas actuales, mientras que las generaciones más veteranas se quedan con un soporte mínimo y estable, suficiente para mantener la seguridad pero sin aspirar a seguir el ritmo de los últimos juegos.
Qué se mantiene: actualizaciones de seguridad trimestrales
Aunque el anuncio pueda sonar contundente, Nvidia insiste en que no va a dejar completamente abandonadas estas GPUs. La compañía se ha comprometido a seguir publicando actualizaciones de seguridad trimestrales para las arquitecturas Maxwell, Pascal y Volta, incluso cuando ya cuentan con más de una década de vida en algunos modelos.
Estas actualizaciones estarán centradas en corregir vulnerabilidades críticas que puedan afectar al sistema operativo o abrir la puerta a ataques a través del controlador gráfico. De esta forma, quienes utilicen una GTX 900 o GTX 10 en equipos de trabajo, centros educativos o entornos domésticos podrán seguir funcionando con un nivel de protección razonable, aunque ya no dispongan de las últimas mejoras de rendimiento.
Lo que desaparece por completo son las nuevas optimizaciones para juegos, los perfiles ajustados para títulos que lleguen al mercado y cualquier intento de exprimir un poco más estas GPU mediante software. También se descartan funciones adicionales o mejoras en APIs pensadas para sacar provecho de tecnologías modernas.
En otras palabras, las gráficas Maxwell, Pascal y Volta seguirán siendo válidas para tareas básicas, multimedia, ofimática o juegos menos exigentes, pero el tren del gaming actual y de las últimas funciones gráficas pasará a depender casi por completo de las gamas RTX más recientes.
Un adiós simbólico a dos generaciones legendarias de Nvidia
La retirada del soporte activo para Maxwell y Pascal tiene también un componente emocional e histórico dentro del mundo del PC. Las GeForce GTX 900, con modelos tan populares como la GTX 970 y la GTX 980, dieron un salto importante en eficiencia y consolidaron el juego en 1080p y 1440p como estándar para muchos jugadores en Europa.
Después llegó Pascal con la serie GTX 10, y ahí Nvidia arrasó. Tarjetas como la GTX 1060, GTX 1070 o GTX 1080 dominaron durante años las estadísticas de hardware de plataformas como Steam, y se convirtieron en la opción por defecto para quienes montaban un PC gaming de gama media o alta. Su combinación de rendimiento y consumo marcó una referencia que todavía hoy muchos usuarios tienen en mente.
Volta, por su parte, fue una arquitectura más orientada al ámbito profesional y al cómputo, con menos presencia en el terreno doméstico, pero dejó huella con modelos como la Titan V. Que también quede fuera del soporte Game Ready subraya que la estrategia de Nvidia pasa por alinear toda su oferta con la familia RTX y con los avances en inteligencia artificial y trazado de rayos.
Que estas generaciones pasen al archivo no significa que dejen de ser útiles de la noche a la mañana. Muchos equipos en hogares, cibercafés, pequeñas empresas o centros educativos en España siguen confiando en estas gráficas para el día a día. Pero la decisión de Nvidia envía un mensaje claro: ha acabado la época dorada de Maxwell y Pascal, y el foco está ahora en Turing, Ampere y Ada Lovelace.
Qué pueden hacer ahora los usuarios con una GTX 900 o GTX 10
Para quienes sigan utilizando una GTX 960, 970, 980, 1060, 1070 o 1080 (incluida la 1080 Ti), la situación no es dramática, pero sí conviene tenerla en cuenta. Los juegos seguirán ejecutándose como hasta ahora, y podrás mantener el PC protegido gracias a las actualizaciones de seguridad que Nvidia publicará cada tres meses. Sin embargo, no se verán mejoras adicionales ni ajustes para futuros títulos.
Si tu objetivo es seguir jugando con cierta comodidad a los lanzamientos más recientes o aprovechar tecnologías de nueva generación, lo razonable es empezar a valorar una actualización. Migrar a una GPU de la familia GeForce RTX —ya sea Turing (serie RTX 20), Ampere (RTX 30) o Ada Lovelace (RTX 40)— abre la puerta al Ray Tracing, a DLSS y a un soporte de drivers enfocado en los juegos actuales y venideros.
En el mercado europeo, y particularmente en España, el salto a una RTX de gama media puede ser una opción equilibrada para sustituir una vieja GTX 970 o 1060, tanto por consumo como por prestaciones. También es una buena ocasión para revisar la configuración completa del equipo (procesador, memoria, fuente de alimentación) y evitar cuellos de botella que impidan aprovechar la nueva tarjeta.
Quienes, en cambio, utilicen estas GPUs sobre todo para navegación web, vídeo en alta resolución, trabajo ofimático o títulos poco exigentes pueden estirar un poco más su vida útil. El hecho de que Nvidia siga corrigiendo fallos de seguridad permite que estos equipos permanezcan operativos sin necesidad de un reemplazo inmediato, siempre que se asuma la ausencia de mejoras de rendimiento.
La decisión de Nvidia de finalizar el soporte para Maxwell, Pascal y Volta cierra una etapa clave en la historia del PC gaming: las GTX 900 y GTX 10 pasan a ocupar su lugar como «clásicos» funcionales pero estáticos, mientras los controladores de la rama 590 miran hacia las GPUs RTX más recientes, dejando claro que el futuro del rendimiento y las nuevas funciones gráficas se juega en otra liga.
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