lunes, 8 de diciembre de 2025

Pat Gelsinger apuesta por xLight para devolver impulso a la Ley de Moore

xLight y la Ley de Moore

El veterano directivo Pat Gelsinger se ha situado de nuevo en el centro del debate sobre el futuro de los semiconductores. Tras su abrupta salida de Intel, lejos de retirarse, ha redirigido su experiencia hacia el mundo de las startups, con una apuesta muy clara: impulsar a xLight para intentar que la Ley de Moore recupere el ritmo que tuvo durante décadas.

Desde su rol de socio en la firma de capital riesgo Playground Global y presidente ejecutivo de xLight, Gelsinger concentra prácticamente toda su atención en una idea muy concreta: romper el mayor cuello de botella de la industria de la litografía. La compañía quiere redefinir cómo se genera la luz que se usa para fabricar chips avanzados, con el objetivo de habilitar nuevas generaciones de procesadores más densos, potentes y eficientes.

Gelsinger, de Intel a la vanguardia de la litografía

Después de más de 35 años vinculado a Intel, donde llegó a ser consejero delegado, la salida de Gelsinger no supuso un punto final, sino un cambio de frente. Ahora, como inversor y ejecutivo en Playground Global, colabora con varias empresas emergentes, aunque él mismo reconoce que xLight es el proyecto que más le ilusiona y exige, hasta el punto de acaparar buena parte de su agenda diaria.

El directivo se ha propuesto demostrar que la Ley de Moore no está muerta, pese a las voces que dan por concluida su vigencia por motivos físicos y económicos. Frente a la visión más pesimista, Gelsinger defiende que quedan márgenes de mejora si se ataca el problema desde la raíz: el sistema de litografía que define el tamaño mínimo al que se pueden imprimir los transistores sobre las obleas de silicio.

Este enfoque no es un simple ejercicio académico. Según Gelsinger, mantener el ritmo de escalado de la Ley de Moore es clave para sostener el avance en inteligencia artificial, edge computing, centros de datos y electrónica de consumo, ámbitos en los que Europa y España dependen fuertemente de fabricantes asiáticos y estadounidenses.

Desde el punto de vista geopolítico, la estrategia de xLight entronca con las agendas de soberanía tecnológica que están impulsando tanto Washington como Bruselas. Aunque el proyecto nace y se financia principalmente en Estados Unidos, su impacto potencial alcanza de lleno a la cadena de valor europea de chips, donde empresas como ASML o los programas IPCEI en semiconductores siguen muy de cerca cualquier tecnología que pueda alterar el mapa competitivo.

xLight y su enfoque radical de la litografía

Tecnología de litografía avanzada

La propuesta técnica de xLight rompe con la forma tradicional de entender la litografía en semiconductores. En lugar de integrar toda la generación de luz dentro del escáner, como hacen hoy los sistemas EUV líderes en el mercado, la startup plantea instalar enormes láseres de electrones libres en el exterior de las fábricas, concebidos como una infraestructura compartida.

Con este planteamiento, la generación de luz se separa físicamente del equipo de litografía que expone la oblea, tratándola como un recurso externo similar a la electricidad, el agua refrigerada o el aire acondicionado. La idea es que estos láseres de electrones libres puedan producir longitudes de onda aún más cortas que las de la EUV actual (alrededor de 13,5 nm), abriendo la puerta a nodos de fabricación más avanzados.

El objetivo de xLight es multiplicar la potencia y flexibilidad de la fuente de luz, eliminando uno de los límites que han ido frenando la miniaturización de los chips. Si el sistema funciona como la compañía espera, los fabricantes de semiconductores podrían seguir incrementando la densidad de transistores sin que los costes y la complejidad se disparen en la misma proporción que con las máquinas convencionales.

Esta visión supone, en la práctica, un cambio de arquitectura para la industria de las foundries: las fábricas adoptarían una especie de modelo “híbrido” en el que parte de la infraestructura crítica estaría fuera de la sala limpia pero conectada de forma estable y precisa al flujo de producción. Gelsinger sostiene que, de lograrse, se abriría una nueva etapa para la Ley de Moore, con mejoras en rendimiento y eficiencia que impactarían en todo el ecosistema, desde gigantes como TSMC o Samsung hasta diseñadores europeos de chips especializados.

El papel de Nicholas Kelez y el equipo técnico

Al frente de la parte científica se encuentra Nicholas Kelez, fundador de xLight, con una trayectoria ligada a instalaciones de rayos X de gran escala y proyectos cuánticos en compañías como PsiQuantum. Esa experiencia en aceleradores de partículas y fuentes de luz de alta energía es la que sustenta la apuesta por los láseres de electrones libres aplicados a la litografía.

Kelez parte de un principio aparentemente sencillo: si se logra desacoplar la fuente de luz del escáner y se convierte en un servicio compartido, se puede diseñar un sistema mucho más escalable y potente que el de los equipos EUV integrados. Esto permitiría no solo trabajar con longitudes de onda más cortas, sino ajustar parámetros con mayor libertad para distintas generaciones de nodos y procesos.

La compañía defiende que este enfoque brinda margen para superar los límites físicos que están encontrando los fabricantes actuales, no solo en términos de tamaño de características, sino también de estabilidad, repetibilidad y consumo energético. Al poder dimensionar la infraestructura de láseres de forma independiente del escáner, xLight confía en que las actualizaciones tecnológicas sean más modulares y menos traumáticas para las fábricas.

Desde el entorno inversor, la combinación de un perfil como el de Gelsinger con el bagaje científico de Kelez se percibe como un binomio poco habitual: gestión industrial y visión tecnológica de frontera. Es precisamente este tándem el que ha despertado el interés de grandes actores públicos y privados que buscan la siguiente gran disrupción en litografía.

Acuerdo preliminar con el Departamento de Comercio de EE. UU.

Uno de los puntos que más titulares ha generado es el acuerdo preliminar alcanzado con el Departamento de Comercio de Estados Unidos. En el marco del Chips and Science Act, la administración estadounidense ha emitido una carta de intenciones para invertir hasta 150 millones de dólares en xLight, convirtiéndose en accionista minoritario de la startup.

Esta operación forma parte de una tendencia creciente a que los gobiernos tomen participaciones directas en empresas consideradas estratégicas, algo que ha levantado debate en Silicon Valley y también preocupación en otros polos tecnológicos, incluido el europeo. La intervención pública se interpreta como una forma de asegurar que capacidades críticas no queden en manos de países rivales o de actores con intereses divergentes.

Gelsinger, que reconoce haber presentado personalmente el proyecto al entonces futuro secretario de Comercio, insiste en que la participación estatal será limitada, sin derechos de veto ni asiento en el consejo. Su argumento es que Estados Unidos necesita que compañías como xLight prosperen si quiere mantener posiciones de liderazgo frente a Asia, pero sin caer en un control político excesivo del día a día empresarial.

En paralelo, el movimiento reabre el debate sobre hasta qué punto Europa debería adoptar un enfoque similar. Iniciativas como la European Chips Act y los fondos IPCEI ya contemplan ayudas masivas a fabricantes y centros de I+D, pero el modelo de entrada directa en el capital de startups deeptech aún genera más cautela en Bruselas y en capitales como Madrid, Berlín o París.

Financiación privada y comparación con otros proyectos deeptech

Más allá del apoyo público, xLight ya ha logrado recaudar unos 40 millones de dólares en capital privado y prepara una nueva ronda para principios de año. A diferencia de otras apuestas deeptech, como la fusión nuclear o ciertos proyectos de computación cuántica, la compañía considera que no necesitará miles de millones para validar su tecnología básica, lo que reduce el riesgo inicial para los inversores.

Gelsinger subraya que el enfoque de xLight está más cerca de una innovación de proceso industrial que de una ruptura total con la física conocida. Se trata de poner en valor tecnologías de aceleradores y fuentes de luz que ya se han probado en entornos científicos, pero adaptadas a los exigentes requisitos de un entorno fab de semiconductores.

En este contexto, xLight no se ve sola. Otras startups, como Substrate y distintos proveedores de herramientas de litografía de nueva generación, también están levantando capital para rediseñar parte de la cadena de producción de chips. Sin embargo, Gelsinger no los señala como competencia directa, sino como posibles socios o clientes a futuro, al depender todos de fuentes de luz más capaces si sus soluciones prosperan.

Para fondos de capital riesgo europeos y españoles, esta dinámica abre la puerta a participar en rondas de financiación complementarias, ya sea en proveedores de materiales, óptica avanzada o software de control de procesos. La posible consolidación de xLight como proveedor de referencia de luz extrema podría arrastrar oportunidades de inversión a ambos lados del Atlántico.

Hoja de ruta: de NY CREATE a la producción comercial

El calendario que maneja xLight es ambicioso pero concreto. La empresa prevé producir sus primeras obleas de prueba en 2028, como paso previo a la validación completa de su proceso. El despliegue de un primer sistema comercial se sitúa en el horizonte de 2029, siempre que las etapas intermedias de desarrollo e integración con las fábricas se cumplan según lo previsto.

Para ello, la compañía negocia la instalación de su primera máquina en el campus NY CREATE, en Nueva York, un ecosistema que combina centros de investigación, universidades y partners industriales. Esta elección refleja la necesidad de probar la tecnología en entornos semiindustriales, con condiciones cercanas a las de una fábrica real pero con margen para la experimentación.

En paralelo, xLight tendrá que demostrar que sus láseres de electrones libres pueden operar con la fiabilidad operativa que exige la fabricación de chips a gran escala. La transición desde instalaciones científicas, donde los parones y ajustes son aceptables, a un entorno fab, donde cada minuto de inactividad tiene un coste millonario, es uno de los mayores retos del proyecto.

Si la compañía consigue superar estas fases, el siguiente paso será escalar la producción y explorar acuerdos con grandes foundries y fabricantes de equipos de litografía. En este escenario, Europa podría jugar un papel clave a través de actores como ASML o las plantas de fabricación que se están planificando en Alemania, Francia o Italia con apoyo comunitario.

Impacto potencial en Europa y España

Aunque xLight nace como una iniciativa claramente arraigada en Estados Unidos, su impacto potencial en el ecosistema europeo de semiconductores es difícil de ignorar. La industria europea depende hoy de la litografía EUV de ASML y de la cooperación con foundries principalmente ubicadas en Asia y Norteamérica, por lo que cualquier avance en fuentes de luz podría reconfigurar equilibrios.

Para la Unión Europea, que ha puesto en marcha la European Chips Act para ganar autonomía estratégica en chips, tecnologías como la de xLight representan tanto un reto como una oportunidad. Por un lado, refuerzan la posición estadounidense si el know-how y la propiedad intelectual se concentran al otro lado del Atlántico; por otro, abren la puerta a colaboraciones en desarrollo de equipos, pruebas piloto y cadenas de suministro avanzadas.

En España, donde la política industrial en semiconductores está centrada en el PERTE Chip y en atraer proyectos de encapsulado, diseño y centros de datos, la irrupción de soluciones de litografía de nueva generación podría influir en la selección de socios tecnológicos. Universidades, centros de investigación y empresas de ingeniería podrían posicionarse como colaboradores en simulación, control de procesos o integración de sistemas asociados a este tipo de infraestructuras.

Además, el debate en torno a la participación pública en startups estratégicas que se ha abierto en Estados Unidos podría trasladarse, con matices, a Europa. Países como España ya discuten fórmulas de coinversión y fondos soberanos tecnológicos, y casos como el de xLight ofrecen un referente práctico sobre cómo se combinan capital privado y apoyo estatal en proyectos de alto riesgo tecnológico.

Un Gelsinger más tranquilo, pero igual de combativo

En lo personal, Gelsinger asegura que esta nueva etapa le permite mantener un nivel de implicación alto en la industria, sin la presión constante de gestionar un gigante como Intel. Entre bromas, comenta que ahora ha podido “devolver los fines de semana” a su mujer, aunque admite que coordinar una decena de startups, con xLight a la cabeza, sigue siendo un trabajo absorbente.

Su participación activa en las negociaciones con el Departamento de Comercio y en la búsqueda de financiación privada demuestra que no se limita a un rol simbólico. Al contrario, se ha convertido en la cara visible de la apuesta por reactivar la Ley de Moore desde una compañía emergente, algo poco habitual para un directivo de su perfil.

De cara al sector, la presencia de una figura tan conocida aporta visibilidad y acelera conversaciones con potenciales socios industriales y gobiernos. Al mismo tiempo, obliga a xLight a gestionar las expectativas, ya que cualquier tropiezo se amplifica más cuando hay nombres tan reconocibles detrás.

La combinación de experiencia corporativa, conocimiento de la cadena global de semiconductores y capacidad de interlocución con las administraciones coloca a Gelsinger en una posición peculiar: es, a la vez, un veterano de la vieja guardia de la Ley de Moore y uno de los que intenta escribir su próximo capítulo desde el terreno de juego de las startups.

Todo este movimiento en torno a xLight y a la figura de Gelsinger dibuja un escenario en el que la batalla por mantener viva la Ley de Moore se traslada a nuevos formatos: grandes láseres instalados fuera de las fábricas, alianzas público‑privadas y una carrera global por controlar las tecnologías de litografía más avanzadas. Lo que hoy es una apuesta arriesgada podría convertirse en uno de los pilares sobre los que se apoye la próxima generación de chips que usarán tanto las empresas europeas como los usuarios de a pie en sus dispositivos cotidianos.



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