
Una nueva avería masiva en la red de Cloudflare ha vuelto a dejar patas arriba a internet durante la mañana de este viernes, con problemas de acceso a todo tipo de webs y aplicaciones en numerosos países. En España y el resto de Europa continental, los primeros indicios comenzaron a notarse a media mañana, cuando muchos usuarios se han encontrado con páginas que no cargaban o devolvían mensajes de error.
La compañía estadounidense, que actúa como pieza clave en la seguridad y distribución de contenidos de millones de sitios, ha confirmado que el incidente afecta principalmente a su panel de control (dashboard) y a las APIs, aunque el alcance real se ha dejado notar mucho más allá de sus herramientas internas: plataformas de diseño, videollamadas, videojuegos online, banca digital y servicios corporativos de gran uso han quedado parcial o totalmente inaccesibles durante buena parte de la mañana.
Un fallo en el panel de control y las APIs provoca errores masivos

Según la página oficial de estado de Cloudflare, el problema se ha originado en el dashboard y en las interfaces de programación de aplicaciones (API) que utilizan sus clientes para gestionar configuraciones, reglas de seguridad y servicios avanzados. Cuando estas piezas fallan, no solo se resienten las tareas de administración: también pueden producirse efectos en cascada sobre las propias webs que dependen de la plataforma.
A partir de las 08:56 UTC (09:56 en la España peninsular), Cloudflare ha comenzado a advertir de que estaba investigando incidencias en el panel de control y las APIs asociadas. Minutos más tarde, a las 09:09 UTC, la compañía mantenía las pesquisas abiertas y poco después comunicaba que ya se había aplicado una corrección, entrando en una fase de estrecha monitorización para comprobar si el remedio surtía efecto.
Mientras tanto, en la práctica, miles de webs han empezado a mostrar errores como «500 Internal Server Error» o «Bad Gateway», así como páginas en blanco y tiempos de carga interminables. Para comprobar la latencia durante la caída, puede ser útil consultar la guía sobre cómo medir el ping en Windows 11. Para muchos usuarios, la sensación ha sido la misma: desde la banca online hasta sus herramientas de trabajo habituales, una parte importante de su vida digital se ha quedado congelada durante varias horas.
La propia Cloudflare reconoce que los clientes que usan intensivamente el dashboard y las APIs pueden ver solicitudes fallidas, datos que no aparecen o respuestas incompletas. Aunque la compañía insiste en que su red de distribución de contenidos (CDN) y la capa de seguridad que protege las webs en el borde de la red siguen funcionando, lo cierto es que la experiencia de los usuarios finales ha sido muy distinta, con caídas generalizadas en servicios que dependen de su infraestructura.
Impacto en España y Europa: de la banca digital a los videojuegos online

Los efectos de la caída se han dejado notar con fuerza en España y el resto de Europa, donde buena parte de la actividad laboral y de ocio de la mañana se apoya en servicios distribuidos a través de Cloudflare. Herramientas tan presentes en el día a día como Canva o Zoom han sufrido graves problemas de acceso, lo que ha complicado el trabajo remoto y las reuniones virtuales en empresas y centros educativos.
En el terreno del entretenimiento, usuarios de videojuegos online como Fortnite, Valorant, League of Legends y la tienda Epic Games Store han reportado errores de conexión, pantallas de carga interminables o simples imposibilidades para iniciar sesión. En algunos casos, el problema se ha traducido en expulsiones de partidas o imposibilidad de recuperar sesiones en curso, algo especialmente molesto para quienes tenían torneos o partidas clasificatorias programadas.
El sector financiero tampoco se ha librado. Diversas entidades que operan en España, como CaixaBank o Bankinter, han visto cómo sus canales digitales experimentaban fallos, con usuarios sin poder entrar a sus cuentas, realizar transferencias o consultar movimientos. Aunque en algunos casos los cortes han sido intermitentes y relativamente breves, la sensación de vulnerabilidad en la banca online se ha vuelto a poner sobre la mesa.
Portales como Downdetector, especializados en registrar en tiempo real las incidencias reportadas por los usuarios, han mostrado picos de avisos desde primera hora de la mañana. Los informes abarcan desde redes sociales y plataformas de contenido hasta servicios de pagos y herramientas corporativas, lo que confirma que el apagón de Cloudflare ha tenido un alcance global y transversal a múltiples sectores económicos.
En algunos momentos, incluso páginas dedicadas precisamente a monitorizar caídas de servicios han tenido problemas para cargar, lo que refuerza la idea de que la incidencia tiene su origen en la infraestructura de nube compartida y no en un fallo aislado de uno u otro servicio concreto. Cuando la capa intermedia que sostiene gran parte del tráfico de la red se resiente, los efectos se propagan muy deprisa.
Coincidencia con tareas de mantenimiento en centros de datos de Estados Unidos

La incidencia ha coincidido en el tiempo con trabajos de mantenimiento programados por Cloudflare en varios de sus centros de datos en Estados Unidos, en particular en las ubicaciones de Detroit y Chicago. Estas operaciones técnicas, que se desarrollaban entre las 07:00 y las 13:00 UTC según la propia compañía, contemplaban posibles desvíos de tráfico y aumentos de latencia para los usuarios de las regiones afectadas.
Cloudflare había advertido previamente de que, durante dichas ventanas de mantenimiento, algunas interfaces de red podrían quedar temporalmente fuera de servicio, obligando a los clientes con interconexiones directas a depender de sistemas de conmutación automática o rutas alternativas. Sin embargo, la empresa no ha confirmado todavía si esos trabajos están directamente relacionados con el fallo global de hoy o si se trata de una desafortunada coincidencia en el calendario.
Lo que sí parece claro es que la combinación entre tareas de mantenimiento y una incidencia en servicios centrales como el dashboard y las APIs ha creado un escenario especialmente delicado. Pequeños fallos de configuración o problemas en la propagación de cambios pueden tener un efecto mucho mayor cuando coinciden con desvíos de tráfico y alteraciones en la topología de la red.
En su portal de estado, Cloudflare mantiene activos los canales de información para clientes y usuarios, con avisos periódicos sobre la evolución de la avería. La compañía insiste en que «la corrección ya está desplegada» y que el sistema se encuentra «en fase de supervisión», por lo que, en teoría, la situación debería ir normalizándose progresivamente a lo largo del día.
No obstante, en el momento de mayor impacto, muchos usuarios seguían encontrándose con páginas que no terminaban de cargar o mensajes de error intermitentes. Ese comportamiento errático suele ser típico cuando se está aplicando una solución que aún no ha terminado de propagarse a toda la red, o cuando diferentes regiones del mundo se actualizan a ritmos distintos.
Repetición de caídas: la sombra de los fallos recientes
Este episodio no llega en un vacío. Menos de un mes antes, el 18 de noviembre, Cloudflare ya había sufrido otra caída global que dejó fuera de juego a servicios tan utilizados como X (antes Twitter), ChatGPT, Canva o diversas webs corporativas y de comercio electrónico. Aquella interrupción se prolongó durante unas cuatro horas y generó un amplio debate sobre la fiabilidad de los grandes proveedores de nube.
En esa ocasión, la propia compañía explicó que el problema se originó tras un cambio en los permisos de una base de datos interna. Ese ajuste, en apariencia menor, provocó que el sistema empezara a crear de forma automática miles de entradas adicionales en un archivo empleado por el módulo de gestión de bots, encargado de distinguir entre tráfico legítimo de usuarios y visitas automatizadas.
A medida que ese archivo crecía, fue duplicando su tamaño hasta superar el límite que podía manejar el software encargado de canalizar el tráfico. El resultado fue un colapso interno que se tradujo en errores 500, lentitud extrema y mensajes de «challenge» pidiendo desbloquear desafíos de seguridad en challenges.cloudflare.com. Es decir, un fallo puramente de software y configuración, sin rastro de ciberataques externos.
Responsables de la compañía, incluido su CEO Matthew Prince, calificaron entonces el problema como un «error de software interno» y aseguraron que no había indicios de actividad maliciosa. No obstante, el hecho de que en apenas unas semanas se haya producido otro fallo significativo que vuelve a dejar sin servicio a millones de usuarios está empezando a encender las alarmas entre clientes empresariales y administraciones públicas.
Analistas del sector apuntan a que, cuando dos incidentes graves se suceden con tan poca distancia temporal, es lógico que se cuestione si los procesos de calidad, pruebas y despliegue de cambios están siendo lo suficientemente rigurosos. Más allá del origen técnico concreto de cada caída, la preocupación se centra en si Cloudflare está gestionando adecuadamente el creciente peso que tiene sobre la infraestructura global de internet.
Dependencia de la nube y un único punto de fallo
Cloudflare se ha convertido, con el paso de los años, en una de las columnas vertebrales de la web moderna. Sus servicios de CDN, seguridad, mitigación de ataques DDoS y optimización de rendimiento están presentes en aproximadamente el 20 % de los sitios de todo el mundo, según estimaciones del sector. Esto significa que, cuando la compañía sufre un problema, el efecto se amplifica de forma casi inmediata.
No es un caso aislado. En los últimos meses también se han registrado incidentes relevantes en otras grandes plataformas de nube como AWS (Amazon Web Services) o Microsoft Azure, que dejaron fuera de juego aplicaciones empresariales, servicios públicos digitales y herramientas críticas en diversos países. Cada una de estas caídas vuelve a evidenciar la enorme dependencia de un pequeño grupo de proveedores.
En la práctica, para el usuario medio, cuando uno de estos gigantes tiene un mal día, medio internet parece dejar de funcionar. Desde redes sociales hasta tiendas online, pasando por servicios de IA generativa, plataformas de pagos o sistemas internos de empresas, todo se apoya en infraestructuras que muchas veces pasan desapercibidas hasta que fallan.
Expertos en infraestructura señalan que esta centralización supone un punto único de fallo para muchos servicios críticos: basta con un error de configuración, una actualización defectuosa o un problema de red mal gestionado para provocar un efecto dominó. Ese riesgo se vuelve especialmente delicado cuando hablamos de sectores como la banca, los servicios públicos digitales o la educación en línea.
En España, voces del sector tecnológico y financiero ya venían advirtiendo de que la concentración de tantos servicios en unas pocas nubes obliga a replantearse estrategias de resiliencia, copias de seguridad y planes de contingencia. Un escenario de caída prolongada no solo afectaría al día a día de los usuarios, sino también a la operativa interna de empresas y administraciones.
Qué se sabe de la respuesta de Cloudflare y qué pueden hacer los usuarios
Por ahora, Cloudflare asegura que ha implementado un arreglo y mantiene un monitoreo intensivo de su red para confirmar que la incidencia quede totalmente resuelta. En su portal de estado se van actualizando los mensajes con el progreso de la investigación y el estado del dashboard, las APIs y el resto de servicios implicados.
La compañía insiste en que no dispone todavía de una causa raíz oficialmente confirmada para el fallo de hoy y que su equipo técnico continúa analizando registros, cambios recientes y posibles interacciones con las tareas de mantenimiento en curso. Hasta que ese análisis no concluya, no se conocerá si estamos ante un problema parecido al del pasado 18 de noviembre o ante un fallo de naturaleza distinta.
Desde el punto de vista del usuario, poco se puede hacer más allá de esperar a que los servicios se vayan restableciendo. Algunos expertos recomiendan, en estos casos, no obsesionarse con refrescar constantemente las páginas o forzar operaciones en aplicaciones críticas, ya que en mitad de una incidencia grave las respuestas del sistema pueden ser impredecibles o generar errores adicionales.
Como apuntaba hace unas semanas un responsable de DevOps consultado a raíz de la anterior caída, cuando un proveedor de estas características se viene abajo, nuestros dispositivos se convierten casi en un «pisapapeles» para buena parte de las tareas cotidianas: trámites administrativos, compras, estudios, trabajo remoto, juegos online… todo pasa de una forma u otra por centros de datos y redes de distribución de contenidos.
En el ámbito empresarial, los equipos de TI suelen recurrir a planes de contingencia que incluyen la activación de infraestructuras alternativas, cambios de DNS, desvíos de tráfico o incluso modos degradados de servicio para mantener al menos las funciones esenciales. No obstante, no todas las compañías cuentan con recursos o arquitecturas multicloud que les permitan reaccionar con rapidez ante caídas de esta magnitud.
Con los servicios empezando a recuperarse y la actividad volviendo poco a poco a la normalidad, lo ocurrido hoy con Cloudflare vuelve a servir como recordatorio de hasta qué punto la red global depende de un puñado de actores y de cómo un fallo en una capa aparentemente invisible puede impactar en la vida diaria de millones de personas en cuestión de minutos.
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